El pueblo - Introducción

01

Advertencia preliminar

Los motes o sobrenombres de las distintas familias del pueblo, que no tienen ningún carácter ofensivo, aunque hagan a veces referencia a algún hecho o a alguna característica particular, aparte de ser un medio eficaz de identificación, constituyen un patrimonio extraordinario de la picaresca y del humor finísimo que siempre caracterizó a la gente de Uña y del que pudiera citar miles de ejemplos significativos.

Por esta razón, voy a tratar de dar una lista de los distintos lugares del término de Uña, de los diferentes barrios y también de esos motes o sobrenombres, que, repito, no tienen para mí el más mínimo carácter ofensivo, más bien todo lo contrario.

Trataré de realizar un mapa o al menos un cuadro sinóptico con la situación aproximada de cada paraje para que podamos recordarlos con bastante exactitud.

Por otra parte y esto me parece más interesante aún, voy a tratar de situar nominativamente cada familia del pueblo en la calle en que vivía, siguiendo lo que llamábamos la vela y empezando por El Chano, pues por allí empezaba en realidad.

Para identificar con eficacia a todo el mundo, dado que con frecuencia los apellidos e incluso los nombres coinciden, usaré corrientemente el mote, que en ningún caso, y quiero insistir en ello, debe ser tomado como un insulto sino como el medio más eficaz de identificación. Espero que todo el mundo lo comprenderá.

Por otra parte, debemos admitir que esos sobrenombres son una parte integrante e importante del patrimonio cultural local, transmitido oralmente desde viejos tiempos.

Creo que el medio más apropiado para rendir homenaje a esas mujeres y a esos hombres que han forjado la historia de nuestro pueblo, es recordarlos uno a uno en su situación real dentro de sus familias respectivas y con algunos comentarios y anécdotas.

El pueblo de Uña de esa época merece un recuerdo duradero de nuestra parte y merecería un estudio sociológico profundo y amplio.

Enclavado entre Vidriales y Carballeda, aislado del mundo por su situación y la falta de carreteras y comunicaciones, (recuerdo el día en que llegó por primera vez la luz eléctrica, 1947), Uña vivió durante muchos años en autarquía casi completa, lo que no le impedía tener una vida intensa, de la que hablaré más adelante y una importante actividad agrícola y social.

Ayuntamiento independiente, Uña tenía dos escuelas, en los años 60 tuvo incluso una tercera, de Párvulos, cura, médico, veterinario, con una población de cerca de 1000 habitantes y 200 familias.
Actualmente menos de un centenar de personas, de una media de más de 50 años de edad residen realmente en el pueblo.

El castellano hablado en Uña en esa época estaba matizado de numerosos giros y vocablos gallegos y de giros del antiguo leonés.
Cada vocablo tenía su consonancia peculiar, exclusiva del pueblo, aunque frecuentemente se encontraba la misma palabra con inicial o terminación diferente en varios pueblos de la “contorna”, pero en general con sentido diferente( cemba, atrancar).
No tengo conocimiento de ningún trabajo realizado en este sentido, referente a Uña, por lo que aunque sea de forma somera, trataré de recopilar un cierto número de entre ellos en función de mi memoria y sin carácter exhaustivo, lógicamente.

Pido a todo lector que piense poder corregir o mejorar estas líneas, añadir cualquier dato interesante e incluso cualquier comentario que pueda enriquecer la página, que me contacte.
No pretendo poseer toda la verdad ni mucho menos.

Aceptaré de muy buen grado cualquier observación, siempre que sus datos sean verificables y que respeten la verdad histórica de la página.

Teniendo en cuenta que la historia no viaja nunca desnuda, sino vestida del comentario y de la opinión del historiador, pido perdón de antemano a todo aquel que pudiera sentirse ofendido por cualquier afirmación o cualquier palabra ofensiva que pudiera figurar en esta página.

En su concepción inicial es un puro ejercicio de memoria. Por esta razón no descarto la posibilidad de errores en las fechas exactas de los hechos, sobre todo entre los años 40-50, en que debo fiarme a la memoria de un niño de menos de 10 años.

La fecha más lejana de todo lo que voy a tratar de resumir es el año 1942, año en que empecé a ir a la escuela, con a penas 4 años, siendo el maestro de la época, D. Juan Blanco.

Tratándose de sucesos acaecidos hace más de cincuenta años, es posible que haya lagunas de memoria, pero en ningún caso inexactitud histórica.

Terminaré esta introducción, dedicando mi trabajo a la memoria de todos aquellos hombres y mujeres que hicieron de Uña un pueblo de solidaridad y de nobleza y en especial a la memoria de mis Padres.

Comienzo del siglo XX

A principios del siglo XX se produjo la primera ola de emigración, hacia Argentina y hacia Francia.
La mayor parte de los emigrantes a Argentina , algunos por falta de medios económicos para volver, otros por haberse integrado a la vida del país, se han establecido definitivamente allí.

Al contrario, de todos los emigrantes a Francia, solamente uno (Carmona) se quedó definitivamente. Los demás volvieron al pueblo, formando un pequeño grupo interesante, con ideas progresistas, que en esa época podían chocar, que cada año organizaba representaciones teatrales de alta calidad en las que integraban jóvenes, hombres y mujeres con verdadero éxito

Las representaciones, Comedias, de Uña (de las que hablaré más adelante, más detalladamente,) tenían repercusión regional y un gran número de espectadores de los pueblos vecinos acudían regularmente para asistir a las mismas.

La cieguita de Paris, Los Miserables, Los niños del hospicio, El Tenorio, La Malquerida, y más tarde Juan José, Los Dos Sargentos Franceses, figuran entre las más destacadas.

Antonio Justel, mi tío, Pedro Martínez (Pedro el Tuerto), Francisco Martínez (Patatero) fueron los personajes principales promotores del grupo con Alonso El Saleiro y Matías.
Entre los jóvenes integrados, Enrique, hijo de Pedro Martínez, Ana María Lobato, la Calamina, hoy su esposa; Isabel la Crista, Antolín Martínez ( el de Ti Rafaela), emigrado más tarde a Argentina, hoy fallecido, Paco Jamonero, su primo Miguel Mayo (Fuelle), que conservó el sobrenombre de Fanfán hasta su muerte, mi hermano Braulio y yo mismo (Colilla), en Los Niños del Hospicio.

Los jóvenes (los mozos) pusieron en escena Juan José, con Tomás Verdes, Francisco Martínez (Resquito) Jacinto Martínez (Ucha), entre otros, que se reveló un magnífico cantante: “No cierres hoy tu ventana, clavellina de la huerta y escucha despierta la copla mejor, la copla baturra de tu rondador y ten la ventana abierta, que pueda entrar el amor cereza, no quiero el clavel que quiero los besitos tuyos que saben a miel".
Otra revelación, Francisco Resquito, con su réplica célebre:” Carretero con camión propio y no un pelagatos cualquiera".

Es sumamente agradable recordar el entusiasmo de los actores y sobre todo la calidad alcanzada por aficionados sin cultura especial.
Las decoraciones y el vestuario corrían a cargo de mi tío Antonio, verdadero hombre de teatro, admirador incondicional de Maurice Chevalier, e intérprete emérito de sus canciones. Era portador asiduo del sombrero Canotier de Chevalier, que aún conservo.

Años después, siendo yo maestro del pueblo, recuerdo el placer de asistir en la noche de los Santos a la repetición por él y por Patatero en el café de este último, de los versos inmortales del Tenorio de Zorrilla al mismo tiempo que la Radio trasmitía la obra, disfrutando del extraordinario espectáculo que nos ofrecían con el mismo entusiasmo que antaño pusieran sobre las tablas.

Desde aquí quiero expresar mi real admiración y el recuerdo emocionado a todos estos personajes, en su mayoría desaparecidos, que tanto admiré en mi infancia y con los que tuve el honor de hacer teatro.

En el mismo sentido debo recordar la velada teatral puesta en escena en 1947 por D. Juan Blanco y Pili de Avila con los niños y niñas de la escuela, en la que participamos un gran número de alumnos.

Varios sainetes, entre ellos El Ojito Derecho de Carlos Arniches, en el que yo actuaba como esquilador. Recuerdo que se subió un burro de verdad al escenario y yo, mientras lo esquilaba, cantaba: “El que tiene un palomo tiene un palomo”...

Las niñas interpretaron fragmentos de varias zarzuelas, La Verbena de la Paloma, Las Lagarteranas, Las Leandras entre otras, con un éxito tal que fue necesario repetir la representación dos fines de semana a causa de la demanda de espectadores de Cubo, Molezuelas, Santibáñez que no tuvieron entradas en la primera sesión.

La magnífica labor de estas dos personas, D. Juan Blanco y Pilar de Avila durante largos años merecen nuestro saludo y nuestro agradecimiento. Han forjado dos generaciones de Uña.